A mi hijo Isidro.
Tener la dicha de verlo nacer; poder compartir su tiempo, y acompañar y disfrutar su crecimiento, generan momentos verdaderamente mágicos y de una inmensa alegría.
Si la felicidad esta hecha justamente de momentos, no tengo dudas de que Dios y la vida me han reservado allí un largo rato de felicidad.
Es cierto que uno no valora verdaderamente las cosas hasta que las pierde, pero tambien es verdad, que uno no sabe lo que le estaba faltando hasta que lo encuentra...