A mi hija Faustina.
Ver nacer y crecer a mis hijos generan una sensación única e inigualable, pero a la vez esporádica y muchas veces esquiva, que algunos filósofos y pensadores coinciden en llamarla felicidad.
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En la memoria de mi primo Mariano.
Recordarlo es de alguna manera homenajearlo; es contagiarse de su hombría de bien, de su corazón siempre joven y alegre, de su inagotable energía positiva incluso en las contrariedades.
Recordarlo, es tratar de romper la barrera de las distancias y sentirme en cierta forma más cerca de él.
Si bien hoy me entristece su partida, no tengo dudas de que tarde o temprano volveremos a estar juntos.
Como cristiano me reconforta y alivia el pensar volver a encontrarlo, y mientras tanto transito por la vida con la satisfacción y el orgullo de saberme su amigo...